Cuando aprendemos a ser tolerantes, no sólo nos relacionamos mejor con la gente, sino que podemos construir juntos una vida mejor, en cualquier área de nuestra vida.
¿Cómo actúas ante las diferencias?
Acéptalas y respétalas.
“Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas”. John Fitzgerald Kennedy (35.º presidente de los Estados Unidos). |
¿Qué piensas de la tolerancia?
Somos seres sociales.
En mayor o menor medida, estamos constantemente en contacto con otras personas y si queremos relacionarnos bien con ellas, tenemos que ser tolerantes.
Los seres humanos somos diferentes unos de otros. Así como, a pesar de que todos tenemos 1 frente, 2 ojos, 1 nariz, 2 orejas, 2 cachetes, 1 boca y una barbilla, cada persona es diferente a las demás, en cuanto a nuestra forma de ser sucede lo mismo. Cada quien tiene una combinación diferente de características personales, valores, creencias, experiencias vividas, etc., que al ser combinadas de una manera particular, nos da una personalidad diferente a la de todos los demás.
Cuando nos relacionamos con otras personas, en cualquier área de nuestra vida, es fundamental poder manejar estas diferencias y uno de los elementos principales para lograrlo, es la tolerancia.
Podemos decir que la tolerancia es el reconocimiento de las diferencias y su total aceptación. Dichas diferencias podemos verlas en todos los aspectos, a nivel social, económico, racial, de religión, físico, intelectual, etc.
Al hablar de este tema, debemos tener en cuenta que cuando escuchamos opiniones diferentes a las nuestras, tenemos que hacerlo con respeto y aceptar que los demás tienen derecho a pensar de una manera diferente, siempre y cuando dichas opiniones y la conducta que resulte de ellas, no nos causen un daño real.
Obviamente, esto no implica dejar de defender nuestro punto de vista ni significa que, automáticamente, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar. Cada quien puede defender su punto de vista si lo hace con respeto.
En cuanto a tolerar, esto no significa aguantar que nos molesten o agredan, ni tener que decir que estamos de acuerdo con las otras personas. Únicamente, que tienen el mismo derecho que tenemos nosotros, de pensar como lo hacen, creer en lo que desean creer o ser como son.
Por otro lado, la tolerancia implica respeto y si no lo recibimos podemos alejarnos o defendernos, si se trata de algo muy importante.
Ser tolerante, es tener la capacidad de adaptarnos cuando es necesario y es una habilidad que se puede desarrollar.
Que puedes hacer.
Analiza si eres una persona que juzga y valora a las demás personas en función de ciertos parámetros, considerando que unas son mejores que otras.
Piensa dónde o de quién aprendiste a hacerlo y por qué, ciertas cosas te hacen sentir superior o inferior.
Pregúntate, si como seres humanos realmente son diferentes o simplemente han aprendido a creer en algo diferente o han tenido o perdido oportunidades diferentes a las que tú has tenido.
Al relacionarte con una persona, piensa en que te estás relacionando con un ser humano como tú y no “veas” las diferencias, a menos que las utilices para enriquecerte.
No te burles, hagas bromas o tomes parte en ese tipo de actividades, cuando se ataca o denigra a minorías, personas de diferente religión, nivel social, educación, etc. Y nunca te creas superior a los demás. Recuerda que tú puedes destacar en algunos aspectos, pero ellos pueden hacerlo en otros o que, si no es así, simplemente se debe a que no han tenido las oportunidades con las que tú naciste. Por eso, trata de comprender a los demás y de ponerte en su lugar. Piensa que hubiera sido de tu vida si hubieras nacido en sus condiciones o hubieras vivido lo que ellos han vivido.
Aprende a ser tolerante contigo mismo, no para permitirte cualquier tipo de comportamiento por negativo que sea, sino para darte la oportunidad de aprender y corregir, sin devaluarte previamente.
Si cuando al hablar con una persona, sientes que te estás enojando o entrando en una discusión, respira profundamente para relajarte, mientras cuentas lentamente al tomar aire y nuevamente al dejarlo salir.
Piensa que, así como tú tienes derecho a pensar como tú quieres, la otra persona tiene el mismo derecho, aunque tú no estés de acuerdo con ella, siempre y cuando no quiera imponértelo.
Ten en cuenta que la otra persona simplemente está expresando lo que ella piensa y eso no convierte sus palabras en verdades. Son simples palabras, subjetivas, por lo tanto, no lo tomes de manera personal.
Considera que cada quien ve las cosas desde su punto de vista muy particular y ni él tiene el 100% de razón, ni tú y aun si tú llegas a estar equivocado, eso no significa nada más que eso, una simple equivocación.
Psic. Silvia Russek.
Lic. en Psicología Clinica.
Especialidad en Terapia de Pareja.
Especialidad en Terapia Cognitiva.
Terapia por Internet. por videoconferencia.
Citas:
e-mail: [email protected]
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