Etapas emocionales del divorcio.


Aprende a manejar los diferentes sentimientos y su gran intensidad, que forman las etapas emocionales del divorcio.




¿Varía tu estado de ánimo, constantemente?

No te preocupes, es pasajero.



La felicidad no es un premio, sino una consecuencia. El sufrimiento no es un castigo, sino un resultado. Robert Greene. (Dramaturgo y novelista inglés).



Conoce las etapas del divorcio.


El divorcio es un proceso largo, que no termina en el momento en que la pareja se separa o en el momento en el que se firman los papeles.

El divorcio acaba, cuando nos recuperamos y dejamos atrás la relación de pareja, con sus aspectos positivos y negativos.
Cuando dejamos de sufrir por lo que implica el fin de la relación y el dolor de la separación.

En el momento en que vemos hacia delante, tranquilos y confiados.

Mientras los sentimientos provocados por el divorcio, (la culpa, coraje, tristeza, etc.,) siguen presentes en nuestra vida, seguimos atados a nuestra ex-pareja.
Aunque hayamos firmado los papeles hace muchos años.

Desde el momento en que uno de los dos toma firmemente la decisión de divorciarse, hasta la recuperación total, podemos hablar de 5 etapas, que son:

  • Shock.
  • Negación.
  • Caos emocional.
  • Aceptación intelectual.
  • Recuperación.


Estas etapas no llevan un orden, ni tienen una duración promedio.
De hecho podemos de repente tener la sensación de que estamos peor o de que estamos retrocediendo.
Esto es normal.
Cada persona tiene su propio ritmo y sus propias necesidades emocionales.

Respeta tu proceso.
No te compares con los demás y no te regañes cuando crees que estas fallando o actuando mal.



Etapa de shock.

Esta etapa se da, principalmente, cuando uno de los miembros de la pareja quiere el divorcio y el otro no se lo espera, aunque sea una relación de constantes conflictos.

Ante la noticia del divorcio, ya como un hecho inevitable, el dolor puede ser tan intenso que la mente, como una manera de protegerse y prepararse para enfrentar el dolor, mantiene a la persona en un estado de insensibilidad.
La persona está como en trance, aturdido o anestesiado emocionalmente y nada le parece real.

Esta situación puede durar unas horas, días o incluso un par de semanas.



Negación.

Cuando se empieza a tomar consciencia de la realidad, la tendencia es a negarla o a quitarle importancia.
Es una actitud automática, no conciente.
La finalidad de nuestra mente es similar a la de la etapa anterior.

Podemos tener pensamientos como:
"En estos momentos está enojado, pero se le va a pasar".
"Lo dice para asustarme".
Etc.

La negación puede alternarse con momentos en los que nos sentimos fuera de control, no entendemos lo que sucede, etc.

Podemos empezar a tener problemas de insomnio, memoria, concentración y se alteran nuestros hábitos alimenticios (comemos demasiado o dejamos de comer).

Esta etapa es variable en su duración, pero poco a poco empezamos a aceptar que el divorcio es definitivo.



Caos emocional.

A medida que vamos aceptando que nuestro matrimonio ya se terminó, empezamos a tomar consciencia de todo lo que significa:

  1. Reconocemos la perdida de:
    • la relación y de lo que implica estar casado,
    • nuestros sueños,
    • los buenos tiempos que compartimos,
    • etc.
  2. Cambios en nuestra situación: económica, social, familiar, etc.


Esta situación provoca diferentes emociones muy intensas, que pueden durar días o semanas o que pueden cambiar rápidamente, provocando que, en un mismo día, pasemos de una a otra rápidamente.

Aunque estos cambios repentinos y la falta de control emocional puede angustiarnos, es normal.

Así, sentimos:

Coraje o ira contra nuestra pareja por el sufrimiento que nos está causando o por no haber evitado la ruptura y contra nosotros mismos, por no habernos dado cuenta de lo que iba a suceder o no haberlo impedido.

Tristeza o depresión, por todo lo que perdimos.

Miedo o angustia, ante:

  • un futuro desconocido y difícil,
  • los problemas que vamos a tener que resolver,
  • la soledad,
  • el rechazo o la crítica de la gente,
  • etc.


Culpa, por haber hecho ciertas cosas o no haberlas llevado a cabo y por el dolor que viven los hijos y otros familiares.

Vergüenza, por haber "fallado" ante nuestras propias expectativas y las de la sociedad.

Alegría, porque ya se acabaron los gritos, insultos o conflictos.
Etc.

No existe un orden lógico para la aparición, intensidad y duración de las emociones.
Cada una puede durar horas, días, semanas o meses y en un mismo día podemos estar, por ejemplo, enojados, tristes, contentos y otra vez enojados.

Esta falta de control y estabilidad emocional es normal.
Sentimos que no podemos confiar en nuestros sentimientos.
Cualquier cosa que vemos, oímos, olemos, pensamos, etc., puede disparar una emoción muy intensa, que quizás no sabemos ni de donde vino.



Aceptación intelectual.

Poco a poco empezamos a aceptar y a entender lo que está pasando.

Podemos dar o darnos diferentes explicaciones o justificaciones sobre los diferentes aspectos y personas relacionados con lo que estamos viviendo.

Nuestro mundo empieza a estructurarse y a tener un poco de lógica.
Sin embargo, seguimos sintiéndonos mal.

Quizás nuestras emociones son menos intensas o tenemos periodos de tranquilidad y bienestar, pero algunas emociones siguen dominando parte de nuestra vida.
Muchas de las decisiones que empezamos a tomar, están basadas en dichas emociones.

Pero por lo menos empezamos a organizar nuestra vida.

Tenemos que tener mucho cuidado al respecto, porque las decisiones emocionales, con frecuencia pueden dar malos resultados.
Por ejemplo, muchas de nuestras conductas pueden tener como finalidad perjudicar o molestar a nuestra ex-pareja, sin darnos cuenta de que a la larga, pueden tener resultados negativos para nosotros.

Es importante recordar que las emociones y los pensamientos no siempre van en la misma dirección.
Esta incongruencia podemos verla en las siguientes palabras: "mi cabeza dice una cosa, pero mi corazón me dice todo lo contrario".

Sin embargo es un paso hacia delante, muy importante.



Recuperación.

Podemos hablar de recuperación cuando:

  • Nuestra ex-pareja deja de estar presente emocionalmente en nuestras vidas,
  • nos sentimos tranquilos,
  • dejamos de ver hacia el pasado,
  • empezamos a ver nuestro futuro como algo positivo,
  • nos sentimos capaces de resolver los problemas que se nos presentan día a día y podemos disfrutar nuestras actividades y nuestras relaciones.




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Lic. Silvia Russek.
Lic. en Psicología Clínica.
Especialidad en Terapia de Pareja.
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Silvia Russek.




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